Cada 8 de octubre, las organizaciones globales de atención oftalmológica hacen un llamado para resaltar la necesidad de una buena salud visual, como parte del Día Mundial de la Vista. El lema de este año, Esperanza a la vista, proporciona una plataforma para crear conciencia sobre la importancia de una buena visión, mientras el mundo trabaja para reconstruir economías, sociedades y sistemas educativos que han sido fuertemente afectados por la Covid-19.

Antes de la pandemia, la necesidad de un mayor acceso a una buena visión ya era un tema de preocupación. De acuerdo con el Informe mundial sobre la visión de la OMS, al menos 2,200 millones de personas en todo el mundo padecen deficiencia visual, o sufren de ceguera. De ese número, al menos mil millones podrían haberse evitado o no se han tratado hasta el momento.

Si bien se han logrado avances a lo largo de los años para garantizar que más personas que necesitan anteojos puedan acceder a ellos, existe el peligro de que la buena visión se convierta en una prioridad menor en un mundo que pende de un hilo.

“La buena visión es un problema con solución. Cuando generamos soluciones para una buena visión, esto también tiene impacto sobre muchos otros problemas que necesitan atención, en especial en estos tiempos”, dice Kristan Gross, director ejecutivo global de Vision Impact Institute. “Las investigaciones muestran que una buena visión puede tener impacto positivo en la productividad de los trabajadores, la educación de los niños, una movilidad más segura en las calles y la equidad de género”.

A medida que reconstruimos economías y sociedades, será necesario realizar un esfuerzo colectivo para fortalecer los sistemas a un nivel mejor del que había antes de la pandemia. Una buena visión puede ser un catalizador.