Celebraciones decembrinas en la nueva realidad
El COVID-19 carga contra todo, sin comprobar qué o quién puede caer. En abril, impidió que se celebrasen las tradicionales procesiones de Semana Santa; en verano, las vacaciones y los viajes que muchas familias habían planeado se frustraron; los eventos culturales, entre ellos los festivales, funciones de teatro y exposiciones, han tenido que adaptarse a esta nueva realidad. Y dentro de unas semanas, la misma fortuna le tocará a la Navidad.
Las postales habituales se quedan este año obsoletas. A las cenas familiares y de empresa, si se pueden celebrar, acudirán menos invitados que en las pasadas fiestas. 2020 es un año sin ilusión, esperanza ni alegría, y sus Navidades seguirán la tónica de estos meses. Sólo queda desear un próspero año nuevo y pedir que la vacuna llegue lo antes posible.
Como ya se ha comprobado, el COVID-19 actualmente no tiene límites, y, si la situación epidemiológica continúa empeorando, no se podrán repetir las imágenes que hemos visto estos últimos años, desde la Nochebuena hasta la llegada de los Reyes Magos.
En los últimos días, se han conocido noticias esperanzadoras sobre avances de vacunas. Sin embargo, la misma comunidad científica ha alertado que la vacuna no eliminará el virus y la población deberá convivir con el mismo por varios años.
El epidemiólogo ingles Jeremy Farra aseguró que “las cosas no habrán terminado para Navidad. Esta infección no va a desaparecer, ahora es una infección endémica humana”.
Por su parte, John Bell, profesor de la Universidad de Oxford, señaló que es improbable que el coronavirus se llegue a eliminar, a pesar de los positivos resultados preliminares que ha obtenido la vacuna de esa institución académica británica. “La realidad es que este patógeno está aquí para siempre, no se va a ninguna parte”, destacó el académico.
Todo lo anterior indica que este año las celebraciones y fiestas serán diferentes, ya que será nuestra primera Navidad bajo pandemia. Según los expertos, las restricciones y las limitaciones serán la característica durante la época más familiar del año. Tendremos que olvidarnos de cenas y eventos multitudinarios.
“Estamos aprendiendo a convivir con el COVID-19 ya que no va a desaparecer de nuestra vida de la noche a la mañana. Es el momento de seguir siendo responsables y mantener las recomendaciones de la OMS y el Ministerio de Salud y cada una de las secretarias de salud (tapabocas, lavarnos las manos periódicamente y mantener el distanciamiento social) esto nos ayudará a mantener a la baja el número de nuevos contagios y las muertes asociadas”, afirmó Andrés Barreto, director del programa académico de Psicología de la Fundación Universitaria San Martín en Bogotá.
“Es claro que las celebraciones deberán ser íntimas y reducidas. Si revisamos la historia, encontramos que, en momentos de crisis, desastres o amenaza las personas tendemos a responder de dos formas: o nos dejamos contaminar por los miedos, las limitaciones y el egoísmo de nuestras mentes fuera de control; o usamos ese momento desafiante como impulso motivador para descubrir y expresar nuestras emociones y cualidades positivas para impregnarlas a los demás y crear ambientes sanos y propicios para la convivencia familiar, grupal y social”, destacó Barreto.
El experto señala que, si se enfocan los objetivos hacia la aceptación de esta situación como una oportunidad de crecimiento, este fin de año no será un período de angustia y desánimo. Más bien, se convertirá en un momento que se recordará como un gran desafío que se logró superar.
Algunas pautas para trabajar durante los próximos meses y lograr afrontar nuestra primera Navidad bajo pandemia:
Reconocer que estamos ante una nueva situación por la que nunca hemos pasado, pero mantener una actitud ecuánime y equilibrada.
La sociedad está abocada a un cambio en las rutinas de los niños y adolescentes. El confinamiento ha hecho que se disminuyan o eliminen las actividades físicas y los deportes, igual ha pasado con la interacción social con los amigos y parientes no inmediatos.
Es natural centrarse en todo aquello que hace falta en este momento de la vida, es vital mantener un apoyo amoroso hacia los jóvenes y aquellos con quienes se comparte el día a día, enfocando nuestros esfuerzos por mantenerlos a salvo, contentos y bien. Esto genera una sensación de seguridad y optimismo.
Recargar el interior a través del mindfulness
En tiempos de crisis es imperante encontrar un refugio mental y espiritual, está claramente demostrado que los ejercicios de relajación y quietud que proporciona el mindfulness generan armonía, paz y tranquilidad, elementos indispensables en estos tiempos.
Establecer rutinas saludables y equilibradas
Construye rutinas equilibradas y estructuradas que incluyan alimentación sana, ejercicio y espacios de entretenimiento y diversión. Saber lo que sucederá a continuación crea estabilidad.
Una forma de hacerlo es establecer un plan que incluya períodos para actividades escolares, con períodos de juego (como lo harían en el colegio o interacción con otros como ocurre en el trabajo). Involucre algunas tareas domésticas apropiadas para su edad, los hará sentirse útiles y participativos. Esfuérzate en demostrar aprecio por los esfuerzos que realicen los otros.
Elegir ser feliz
Recuerda que este período difícil es temporal y nos invita a la búsqueda de la felicidad y la alegría. “Durante el tiempo en familia se puede invitar a que cada uno recuerde y comparta actividades que lo hicieron reír, así como los músculos se desarrollan con el ejercicio, las emociones y los pensamientos positivos se fortalecen con la práctica diaria”, puntualizó Barreto.